Función expresiva: Cuando un mensaje nos informa del estado
de ánimo del emisor o, en general, nos descubre rasgos de su personalidad,
decimos que el mensaje cumple una función expresiva o emotiva. En tales casos
el mensaje toma al emisor como punto de referencia. Además de transmitir una
información, el hablante expresa a la vez su actitud ante lo que dice. Ejemplos
gestos y gritos de alegría.
Función apelativa y conativa: El elemento destacado es el receptor de quien el hablante
quiere conseguir algo: influirlo, aconsejarlo, moverlo a actuar en un sentido
determinado... En un mensaje predomina la función conativa cuando el mensaje
incita al receptor a responder, aunque no necesariamente en el mismo código. En
el lenguaje verbal, el imperativo y todas las formas de interpelación son
específicas de la función conativa (“¿Qué hora es?” ¡Vete de una vez!”).
Función fática: Se centra en el canal o contacto entre emisor y receptor.
Sirve para establecer, prolongar o interrumpir la comunicación, para verificar
el funcionamiento del circuito.
Función metalinguistica: Cuando el mensaje tiene como objeto fundamental referirse al
propio código al que pertenece o a otros códigos de la misma naturaleza decimos
que desempeña una función metalingüística.


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